Después de la Oración inicial el Párroco Don Vicente Fernández Espartero pronunció las siguientes palabras:
«Podemos imaginarnos a muchos de los santos y santas haciendo obras portentosas y llevando una vida extraordinaria. Pero estos hermanos nuestros, tan cercanos, andando a diario por los lugares y caminos que nosotros recorremos, nos hablan de otra santidad: la que se hace en lo cotidiano de la vida, en la fidelidad sencilla al compromiso de seguimiento de Jesucristo, fidelidad probada en el sufrimiento hasta el final con la entrega de la propia vida.
La muerte de Jesucristo, el mártir por excelencia, no fue un hecho aislado y desconectado de lo que fuera su vida. Más bien fue el momento culminante de todo ello. Así es también para la vida y muerte de sus discípulos. Nuestro hermano Ángel Muñoz de Morales aceptó como todo mártir de la historia cristiana, sufrir una muerte violenta antes que ser infiel al testimonio que había dado durante toda su vida. es, pues, ante todo a través de la propia vida- vivida hasta el fondo-como el cristiano llega a ser mártir. En este sentido el martirio nunca se improvisa, sino que madura en las pequeñas fidelidades de cada momento.
Con el recuerdo de Don Ángel, queremos dar gloria y gracias a Dios ñor buscar el bien de los hombres. Nuestro objetivo es hacernos más fieles en la fe vivida con dificultades, más capaces de perdonar a los demás, más sensibles al sufrimiento de tantas víctimas en nuestro mundo, más trabajadores por la reconciliación y la paz. Es cierto que esto nos obliga a recordar un pasado histórico que ha marcado afectivamente a muchas personas de forma diferente. Pero cuando en la tradición cristiana se habla de hacer memoria sobre todo se refiere al desvelamiento de la misericordia divina. El recuerdo está vinculado a la fortaleza que Dios da a os débiles, al perdó que ofrece por las infidelidades y al aliento que inspira para seguir esperando en sus promesas mientras caminamos en la historia. Estamos llamados a hacer historia en sentido bíblico-evangélico, no en el sentido de la política o de una ideología. Por ello queremos vivir esta celebración hacia la compasión y la comprensión, hacia una auténtica reconciliación desde la celebración del recuerdo y la esperanza del reconocimiento eclesial.
La muerte de los testigos cristianos está unida a la de las demás víctimas de la espiral de la violencia. Ángel murió en una página desgraciada de nuestra historia en la que hubo numerosas víctimas. Su sangre se mezcló con la de muchos hombres y mujeres. Cuando los cristianos recordamos a los mártires no solo hacemos memoria de los nuestros, sino que recordamos a todas las víctimas sean del bando que sean, porque toda las víctimas están del mimo lado. La sensibilidad evangélica hacia quienes más sufren hace que no os moleste, sino al contrario, que veamos y celebremos la misteriosa comunión de todas las víctimas inocentes en la historia de la pasión. Esta sensibilidad al sufrimiento ajeno está or encima de ideologías o políticas y tal vez sea lo único capaz de librarnos de cualquier tipo de totalitarismo.
Como hermanos vinculados a la comunidad cristiana de Almadén nada nos hará mayor bien que vivir a la luz del testimonio de Ángel. Su vida se convierte en antorcha que guía nuestro futuro. Hemos oído de sus virtudes de su valentía, de su fe, de su perdón. Ahora queremos que la Iglesia lo proponga como modelo de vida cristiana para todo el pueblo.»
Obsérvese como las ideas de reconciliación, comprensión y compasión, iluminan el seguimiento de la vida y martirio del Siervo de Dios Ángel. No es posible ser su seguidor sin la firme y sincera convicción en ellas.
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